Por ello el libro, en la primera parte es una historia de las ecuaciones algebraicas (ecuaciones polinómicas de diferentes grados) y de cómo se resolvieron. Pasan por el libro personajes como Tartaglia, Cardano Ruffini y Abel y sus contribuciones al tema. Sabemos así que ya los matemáticos babilónicos sabían resolver ecuaciones de 2ºº grado y que hasta el siglo XVI, en pleno renacimiento italiano no se produjeron más avances que permitieron resolver ecuaciones de 3º y 4º grados. Acabando con el trabajo de Abel que demuestra que la ecuación de 5º grado no se puede resolver con las operciones básicas (sumas y restas, multiplicaciones y divisiones, potencias y extracción de raíces)
Llegamos así a la figura central Evariste Galois que se dio cuenta de que la resolución de ecuaciones dependía de las simetrías de sus soluciones. El álgebra que había sido el estudio de las ecuaciones, se convirtió gracias a Galois en el estudio de las estructuras matemáticas (grupos, cuerpos, anillos...)
Las ideas de Galois para el estudio de las soluciones de las ecuaciones se aplicaron al estudio de las ecuaciones diferenciales gracias a matemáticos como Killing y Lie. De aquí pasaron a la física.
Actualmente el estudio de las teorías que unifican las diferentes fuerzas de la física es el estudio de ciertos grupos de simetría, y la explicación de por qué vemos diferentes fuerzas tiene que ver con la rotura de esas simetrías.
Un libro apasionante en el que temas muy complicados son tratados con gran sencillez. Es un libro ameno porque el escritor inserta en los capítulos anécdotas sobre la vida de los personajes involucrados en los desarrollos matemáticos que trata.
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